La comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) recordó al general Manuel Belgrano en el mes en que se cumple el 250° aniversario de su nacimiento y el bicentenario de su muerte, que se conmemora este 20 de junio, Día de la Bandera.
“Fue el creador de nuestra bandera y por eso, en la fecha de su paso inmortal, conmemoramos el día de nuestra enseña patria, izada por primera vez el 27 de febrero de 1812. Es la bandera que nos une y nos emociona, signo y símbolo de identidad, pertenencia y unidad como argentinos y ante el mundo”, dice el mensaje de la CEA, que destaca que "este prócer fundador “nunca buscó su gloria”, sino que mantuvo un corazón humilde. Así lo demuestran sus escritos de 1816: “Mucho me falta para ser un verdadero Padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella" (Carta,10-X-1816).
Citando las palabras del entonces cardenal Jorge Bergoglio, el mensaje de la CEA recuerda que “Belgrano vivió en una época de utopías, estudió leyes en Europa y no sólo aprendió la disciplina que había ido a estudiar, sino que se interesó por el torbellino de ideas nacientes que estaban configurando una nueva época, en particular, por la economía política. Firmemente convencido de las más avanzadas ideas de progreso de su tiempo, no dudó en formar en su interior un proyecto: poner todo esto al servicio de una gran causa en su patria natal".
En ese sentido, destaca su interés por el bien público y su temprana comprensión de que “la educación y aun la capacitación en las disciplinas y técnicas modernas eran una importante clave para el desarrollo de su patria”.
“‘Fundar escuelas es sembrar en las almas’, dirá nuestro prócer. El espíritu revolucionario de Belgrano descubrió rápidamente que lo nuevo, lo que podría llegar a ser capaz de modificar una realidad estática y esclerotizada, vendría por el lado de la educación. De este modo, promovió por todos los medios la creación de escuelas básicas y especializadas”
“De allí que bregara también por la fundación de escuelas en la ciudad y en el campo, donde se brindara a todos los niños las primeras letras, junto a conocimientos básicos de matemáticas, el catecismo, y algunos oficios útiles para ganarse la vida”.
“Belgrano fue un hombre que en el momento justo supo encontrar el dinamismo, empuje y equilibrio que definen la verdadera creatividad: la difícil pero fecunda conjunción de continuidad realista y novedad magnánima. Su influencia en los albores de nuestra identidad nacional es muchísimo mayor de lo que se supone; y por ello puede volver a ponerse de pie para mostrarnos, en este tiempo de incertidumbre, pero también de desafío, ‘cómo se hace’ para poner cimientos duraderos en una tarea de creación histórica”.
“Con su visión humanista profunda y amplia, incluye a todos los pueblos que integran el territorio de las Provincias Unidas, también a los originarios y esto, no como oportunismo para resolver una coyuntura”, señala.
Por otra parte, destaca la importancia que Belgrano daba a mirar con realismo sus condiciones naturales. Por eso fue propulsor de la agricultura, como base necesaria para que la industria y el comercio desarrollen el país y le den mayor riqueza.
“Además de lo que hacía al desarrollo económico, Belgrano consideraba que ‘un pueblo culto nunca puede ser esclavizado’. La dignidad de la persona humana ocupaba en su mentalidad, al mismo tiempo cristiana e ilustrada, el lugar central", y destacan además la responsabilidad y entrega con las que asumió su servicio, arriesgando su vida en las invasiones inglesas, participando de campañas militares de la independencia, y en años de sacrificios y momentos oscuros, las victorias de Tucumán y Salta.
Finalmente, la CEA hace hincapié en su espiritualidad “manifestada en las acciones de su vida así como lo hace antes y después de las batallas. La Virgen de Luján cuando parte de Buenos Aires con su primera expedición, la de la Merced y Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya, en Tucumán, Salta y Jujuy respectivamente, es siempre la Madre y Generala a quien se encomienda y agradece”.
“Su religiosidad no solamente se destaca en la devoción mariana, sino que también encarna en su vida los valores ético-morales del cristianismo, expresados claramente en una vida austera y honesta y en el desprendimiento generoso de sus bienes”.
“La generosidad de Belgrano en su forma de vivir, es sin duda un ejemplo que no podemos dejar de lado. No lo motiva el éxito individual, ni el ansia de riquezas ilimitadas frente al desamparo del resto de la población. Tampoco lucha por una patria para pocos, y aun en condiciones de emergencia e incertidumbre procura la igualdad y el esfuerzo conjunto. Las condiciones en las que ve sumergida a la nación en esos momentos nuevos de independencia, no son subterfugio para cuidarse a sí mismo ni para justificar el egoísmo”.
“En cada situación asumió los riesgos individuales y colectivos, como la difícil y sacrificada proeza que supo suscitar cuando toda una ciudad lo acompañó en el éxodo jujeño, aquella retirada estratégica y heroica que estuvo en la base de un retorno triunfal a esa misma tierra”.
“La vida y las acciones de un hombre tan importante para nuestra nación, son un faro, en momentos tan difíciles como hoy nos toca vivir, tiempos en los que una pandemia acecha nuestra seguridad presente, nos llena de incertidumbre y a su vez de esperanza en preparar el futuro”.
“Más allá de las profundas diferencias de época, hay mucho de permanente, de vigente, en la actitud de Belgrano de tratar de mirar siempre más allá, de no quedarse con lo conocido, con lo bueno o malo del presente. Esa actitud ‘utópica’, en el sentido más valioso de la palabra, es sin duda uno de los componentes esenciales de la creatividad, tan necesaria en los tiempos que nos toca vivir”.